Algunas enfermedades caninas pueden provocar una sobreproducción de grasa en la piel (seborrea) y, en consecuencia, un pelaje graso. Asimismo, el animal puede perder parcialmente el pelo, por ejemplo, debido a una infección fúngica. Sin embargo, nuestros perros casi siempre padecen problemas de pelaje, que se manifiestan principalmente por un aumento de la caspa o un pelaje sin brillo. La caspa son minúsculas células muertas de la piel que se han renovado y habitualmente no se suelen percibir.
Básicamente, la caspa es completamente normal siempre que no sea excesiva. Sin embargo, el aire seco, un cuidado insuficiente del pelaje, una alimentación deficiente, un trastorno metabólico o problemas psicológicos pueden desencadenar un aumento de la formación de caspa. Si el pelaje se vuelve cada vez más opaco, conviene plantearse razones similares. Esta circunstancia no debe obviarse como una «imperfección», sino que hay que tomarla como indicio de que algo no marcha con el animal.