Los gatos pasan hasta un 30 % de su tiempo de vigilia acicalándose, limpiándose a fondo desde las orejas hasta la cola varias veces al día. Además de la herramienta de limpieza más importante, la lengua, también utilizan las patas delanteras y traseras, con lo que llegan a todos los rincones del cuerpo. Como dueño de un gato, puede observar varias veces al día la intensidad con la que su gato cuida su propio pelaje. Sin embargo, si el gato se lame el pelo y la piel con una intensidad fuera de lo común, o incluso se muerde y se frota, probablemente lo haga para aliviar un picor molesto. Este comportamiento puede ser síntoma de una enfermedad cutánea, que puede causar molestias muy desagradables para el animal. Para localizar y poder tratar enseguida las causas de las enfermedades cutáneas en los gatos, sus dueños deben consultar a un veterinario ante los primeros signos.
En el caso de las enfermedades cutáneas visibles y las dermatosis que aparecen, p. ej., en forma de eczemas, el diagnóstico puede variar, ya que las causas pueden ser diversas. Si la barrera cutánea se altera, la piel y el pelaje ya no están protegidos de los factores externos perjudiciales. Es entonces cuando, p. ej., agentes infecciosos —como virus, bacterias u hongos— pueden penetrar en la piel. Los parásitos, las quemaduras químicas o las lesiones mecánicas externas también pueden dañar la piel con mayor facilidad.
Cambios del pelaje debido a la influencia de enfermedades o de una dieta desequilibrada
Con unos cuidados normales, el pelaje de un gato sano debe tener un aspecto denso y brillante. Por lo tanto, las alteraciones del pelaje pueden ser un indicio de enfermedades cutáneas. Si el pelaje parece desgreñado, el animal suelta más pelo del habitual o se frota, se revuelca o restriega, el dueño, deberá examinar más detenidamente la piel de su mascota y, en caso de duda, llevarlo al veterinario a que lo examinen. Al ser la primera barrera natural del cuerpo, la piel y el pelaje son al mismo tiempo susceptibles de sufrir cambios y enfermedades. El aspecto de las enfermedades cutáneas en los gatos puede variar en función de la causa y la gravedad. Los problemas pueden ir desde el enrojecimiento con pústulas, pasando por una piel seca, escamosa y agrietada, hasta heridas abiertas, sangrantes y exudativas. Estas aparecen principalmente cuando la irritación cutánea va acompañada de un fuerte picor. Entonces nuestros amigos de cuatro patas intentan aliviar el picor rascándose, frotándose y revolcándose. Esto puede lesionar la piel y, a menudo, quebrar el pelo y provocar su caída. También aumenta el peligro de infección: Las bacterias del entorno pueden colonizar fácilmente las heridas abiertas.